La psicoterapia es una disciplina que actualmente es aplicada por psicólogos clínicos, psiquiatras, psicólogos especialistas en psicoterapia, o psicoterapeutas sin formación psicológica. Pero este hecho es relativamente reciente, ya que hasta mediados del siglo XX, la psicoterapia era aplicada por filósofos con orientación práctica, o médicos especializados en psiquiatría, o de la rama de la neurología, que simplemente se aventuraban por el mundo de la mente humana más allá de lo biológico. Este hecho se ha debido históricamente a la falta de entidad disciplinar y normativización del ejercicio profesional de la psicología de orientación terapéutica, y se sigue dando actualmente a pesar de los esfuerzos de profesionalización del campo y de regulación de su ejercicio. Por esta razón, la situación actual en este sentido es delicada, ya que, a veces, hay psiquiatras y psicólogos clínicos muy formados pero muy poco efectivos como psicoterapeutas, por actuar en el ámbito del funcionariado sanitario, mientras que hay terapeutas no titulados como psicólogos clínicos o psiquiatras, en ocasiones ni siquiera titulados como psicólogos, que son muy efectivos como psicoterapeutas. Esto se debe al hecho de que, generalmente, la formación exigida a los psiquiatras y los psicólogos clínicos, o sanitarios, se limita exclusivamente a lo académico, y su ejercicio profesional real se limita a actuar como funcionarios sanitarios en el diagnóstico, prescripción y derivación clínica de sus pacientes, sin acercarse lo más mínimo a lo que es la realidad de una práctica psicoterapéutica con estos, y mucho menos consigo mismos, ya que las condiciones de tiempo y espacio en el ámbito de la sanidad pública están diseñadas para una actividad mas administrativa, que de cura psicoterapéutica. Ahora bien, estos profesionales, especialmente los que trabajan en el ámbito privado, cumplen con los requisitos establecidos en el marco legal del ejercicio de su profesión, aunque bastantes de ellos cometan la autoindulgencia de jamas haber practicado psicoterapia consigo mismos.
Actualmente existe una legislación que regulariza el ejercicio profesional de la psicología clínica y la psicoterapia tanto en el ámbito sanitario público como en el privado: (Real Decreto 183/2008 de Formación Sanitaria Especializada, Ley 33/2011 General de Salud Pública, Ley 5/2011 de Economía Social, Ley 3/2014 Defensa de Consumidores). Esta normativa restringe el ejercicio, tanto en el ámbito de la sanidad publica como en el ámbito del consultorio privado, es decir, en centros sanitarios públicos así como en clínicas o gabinetes privados registrados como centros sanitarios, a personas con una formación universitaria en psicología del área clínica, que además han cursado la especialidad en el área sanitaria, ya sea como Especialistas en psicología clínica (PIR), como Especialistas en Psicología General Sanitaria (Master en PGS), o como Psicólogos Sanitarios Habilitados. Estas constituyen tres alternativas para profesionalizar el ejercicio de la psicología en el ámbito clínico sanitario, que acreditan al profesional para emitir diagnósticos de trastornos mentales y aplicar tratamientos psicoterapéuticos a los sujetos diagnosticados, ya sea en el sistema sanitario público ya sea en un centro privado acreditado como centro sanitario, por la obtención de alguna de estas tres acreditaciones oficiales mencionadas. Al margen de estas acreditaciones estatales oficiales existen múltiples profesionales de la psicología, especialistas en psicoterapia, que ejercen con una seria formación y autoridad en su campo de una manera muy satisfactoria, como miembros de asociaciones profesionales de carácter privado, como actualmente lo es la Asociación Europea de Federaciones de Psicólogos (EFPA) que regularizan el ejercicio privado de este sector, o la Asociación Mundial de Psicoanálisis, a la que pertenece la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP), en la que se forman muchos psicólogos psicoterapeutas que tratan exitosamente todo tipo de trastornos mentales. Estos profesionales se encuentran en una especie de vacío legal por el carácter no retroactivo del ordenamiento jurídico, de manera que todo psicólogo psicoterapeuta que se haya establecido con anterioridad al decreto de esta legislación en el ejercicio profesional de la psicoterapia, queda exento del deber de cumplir con la nueva ley establecida al respecto. Ahora bien, la jurisprudencia determina que lo correcto, o al menos, lo prudente, sería que se acreditaran y se ajustaran al nuevo marco legal. Los profesionales que han empezado a ejercer como psicoterapeutas en España después del año 2.008, si que están obligados legalmente a acreditarse como psicólogos clínicos o sanitarios, si quieren ejercer como psicoterapeutas en el ámbito privado dentro del marco legal, exponiéndose, de lo contrario, a los riesgos legales que tal ejercicio supone. Normalmente, los psicoterapeutas autónomos con consultorio privado quieren entender que esta legislación se aplica solamente para el ejercicio en la sanidad pública, pero esto no es así, ya que obliga también a todo psicoterapeuta que practique psicoterapia con personas que, diagnosticadas o no, padecen trastornos de estrés, ansiedad, u otros. Aquí se encuentra la ambigüedad y la confusión sobre esta cuestión, se podría decir que no se diferencia entre el ámbito moral y el ámbito legal del ejercicio profesional. El ámbito moral obliga a una práctica seria, el legal a una practica legitima, el moral a someterse uno mismo a psicoterapia antes de ejercer, el legal a cumplir con los criterios jurídico-academicos antes de ejercer. El problema aquí delatado es que la mayoría de psicólogos que cumplen los criterios legales, por tener la acreditación que la ley exige para su especialidad, no cumplen los morales, y la mayoría que cumplen los criterios morales, por someterse a psicoterapia ellos mismos antes de ejercer, no cumplen los legales. Como es obvio, lo correcto es cumplir ambos criterios, lo que supone, básicamente, tener el titulo de psicología, tener la especialidad de psicólogo clínico o sanitario, y haberse sometido o estar sometiéndose a un proceso psicoterapéutico personal. Se podría decir que esto es lo que diferencia a un psicoterapeuta maduro de uno casi maduro.
Actualmente se diferencia entre diversos niveles de profesionales del área psicoterapéutica, hablando en rasgos generales, que son el psiquiatra, psicólogo clínico, el psicólogo sanitario, el psicólogo especialista en psicoterapia, y el psicoterapeuta sin formación de psicólogo. El psiquiatra (Jaques Lacan en la imagen) es un médico titulado que se ha especializado en el área médica de la psiquiatría, es decir, el área dedicada al tratamiento de enfermedades y trastornos mentales severos, generalmente de origen orgánico, aunque también funcionales, que se superponen en ocasiones a trastornos neurológicos de diversos tipos, sensoriales o motores. El psiquiatra, generalmente, se limita al diagnóstico de estas patologías y a su tratamiento farmacológico, por eso se dice que se dirigen al estar del paciente y no a su ser. Pero también hay psiquiatras con orientación psicoterapéutica, normalmente de tipo psicoanalítico, que no tratan a un mero nivel diagnóstico-farmacológico, sino que tratan de entrar en las raíces de la problemática psíquica del sujeto. Estos son psiquiatras que van al ser, y no solamente al estar. Este es el caso de Jaques Lacan, médico psiquiatra y psicoanalista francés, analizado por el psicoanalista Rudolph Lowenstein, que desarrolló aportaciones muy valiosas a la terapia psicoanalítica y a la escolástica para la formación de psicoanalistas. El caso de Lacan es el de un médico psiquiatra que desarrolló su aportación al mundo de la psicoterapia por introducirse en el mundo de las sociedades psicoanalíticas y la consulta privada de orientación psicoanalítica, totalmente al margen de las acreditaciones oficiales estatales de su época. Lacan fue psicoanalizado por Rudolph Lowenstein, quién a su vez fue psicoanalizado por Hanns Sachs, quién a su vez fue psicoanalizado por Sigmund Freud. Este hecho demuestra que la acreditación en psicoterapia es una cuestión más de someterse a un análisis personal serio, comprometido y sincero, es decir, una cuestión de autodecreto más que de cualificaión ajena por concurso ante la administración estatal. Otro caso similar es el de Eric Berne, que era un médico psiquiatra canadiense que ejercíó en el sistema sanitario norteamericano, siendo luego psicoanalizado en el ámbito privado, por un discípulo de Freud llamado Paul Federn. Berne desarrolló una nueva forma de psicoterapia denominada análisis transaccional, que se puede considerar una especie de psicoanálisis psicosocial.
El psicólogo clínico, que es una figura relativamente reciente en la historia de la psicoterapia, tiene formación universitaria como psicólogo, y está formado en el campo aplicado de la psicopatología, no solo académicamente sino también clínicamente, es decir, en organismos del sistema de sanidad pública. Este tipo de profesional suele proyectarse especialmente al ámbito publico, dedicándose más al diagnóstico y la consulta eventual, tal y como se practica en el sistema estatal sanitario, que a la psicoterapia propiamente dicha. Si bien existen excepciones y hay psicólogos clínicos que ejercen regularmente como buenos psicoterapeutas, lo hacen en el ámbito privado de su consultorio particular en base a su acreditación sanitaria oficial. La razón es que un proceso psicoterapéutico real no puede desarrollarse en el ámbito público, ya que supone un encuadre y un planteamiento totalmente distinto del establecido a nivel hospitalario o ambulatorio. El mayor inconveniente de este tipo de profesional es el hecho de que para cualificarse como Psicólogo clínico, según este concepto, tradicionalmente la administración no ha exigido que el sujeto se someta a sí mismo a un exhaustivo proceso de psicoterapia personal, sino que el criterio de selección ha sido siempre concursal, el de la plaza por oposición, que consiste en el estudio teórico de ciertas materias que luego se analizarán en terceros pero nunca en el propio profesional, de manera que en tal proceso de selección prima, por decirlo así, la capacidad de memorización y la rapidez intelectual para manejar los datos memorizados, dejando absolutamente de lado la cuestión del equilibrio psíquico del profesional aspirante. Este es un hecho delicado a tener en cuenta, ya que los esfuerzos por elevar la calidad del sistema de salud pública se ven importantemente limitados y comprometidos por esta razón, vale decir, porque en muchos casos se acaba habilitando a profesionales sanitarios que cumplen requisitos de formación académica pero incumplen requisitos de equilibrio psicológico a nivel personal, por no haber incluido en los criterios de selección y formación de los mismos el pasar personalmente por una evaluación y un proceso psicoterapéutico. Aunque se puede pensar que este caso comentado es el caso de un psicólogo tan eminente como Sigmund Freud, por estar asociado su trabajo a lo que se conoce como el método clínico, no lo es, ya que Freud no era psicólogo clínico acreditado, ni siquiera era psiquiatra, sino un médico neurólogo dedicado a estudios en anatomía del sistema nervioso y tratamiento de pacientes con afecciones neurológicas, muchas de carácter histérico, que en un momento de su carrera se dedicó a estudiar de forma independiente, en su consultorio privado, pacientes que quedaban fuera del rango de casos tratados y comprendidos por el paradigma científico y el sistema sanitario de la época. Cabe decir como curiosidad histórica y en honor a la verdad que, por ejemplo en el caso de Freud, y el circulo anónimo de profesionales del campo que fundamentaron el psicoanálisis con él, como Fliess, Janet, Breuer, Jung, Abraham, Stekel, Sachs, Federn, Ferenci, Jones y otros, fueron sujetos repudiados en sus métodos por el sistema sanitario público imperante en la época, hecho que fue hito clave para el desarrollo de la psicoterapia en consultorio privado que actualmente conocemos. Por tanto el caso de Freud pertenece al caso que se especifica a continuación, es decir, el de un psicólogo psicoterapeuta que se ha autocualificado por el hecho de haberse dedicado de forma seria y comprometida al estudio de la psicología humana en el ámbito privado y, como fruto de su trabajo, haber creado un modelo de practica psicoterapéutica de forma autónoma e independiente.
El psicólogo especialista en psicoterapia (Carl Rogers en la imagen), es un psicólogo titulado, formado académicamente en el campo aplicado de la psicopatología, pero especializado en uno o más modelos psicoterapéuticos como el psicoanalítico, el humanista, el existencial, el sistémico, el cognitivo, o el conductual. En este caso el profesional no tiene por qué tener necesariamente acreditación clínica oficial, ni haber estado en contacto con el funcionamiento de la administración pública sanitaria, sino que en algunos casos se ha formado directamente en la teoría y la práctica de lo que es la pura psicoterapia, pasando normalmente por un proceso psicoterapéutico él mismo, al tiempo que se forma y aprende la práctica como psicoterapeuta de otros. En este caso se puede considerar a Carl Rogers, que tras muchas vueltas en cuanto a su formación acabó consiguiendo una cátedra en psicología y psiquiatría y desarrollando un modelo psicoterapéutico propio denominado psicoterapia centrada en el cliente, fundando con Maslow la psicoterapia humanista. Rogers desarrolla su modelo psicoterapéutico y sus estudios en el ámbito privado, si bien, su formación era universitaria y él mismo era profesor y catedrático universitario en norteamérica. Hay que decir que Rogers es considerado el psicólogo psicoterapeuta más influyente del siglo XX, cosa curiosa si se considera que jamás pisó el ámbito clínico del sistema sanitario norteamericano. En efecto, el ejercicio de este tipo de profesional se da en el ámbito privado, es decir en gabinete psicológico privado, ámbito en el cual se dan las condiciones de tiempo y espacio necesarias para desarrollar una psicoterapia efectiva. Este ha sido el caso en el que se han desarollado historicamente las principales orientaciones psicoterapéuticas como la humanista, la existencial, la cognitivista, la sistémica o la psicoanalítica. Actualmente, en este contexto de ejercicio profesional, si un psicólogo no está acreditado oficialmente como psicólogo clínico o sanitario, se dice que no es apto para el diagnóstico y tratamiento de trastornos mentales, y que solamente está cualificado, oficialmente, para la evaluación y tratamiento de la inadaptación psicológica a nivel personal, cognitivo, emocional, comportamental o social. Pero el hecho es que algunos de los mejores psicólogos psicoterapeutas carecen de tal acreditación oficial, y se hallan fuera de la ley en este sentido, ya que tratan en sus consultorios privados no solo casos de inadaptación psíquica sino todo tipo de trastornos mentales, ya que, según el caso, es muy delicado establecer el limite entre lo que es un trastorno y una inadaptación.
El psicoterapeuta (Louise Hay en la imagen), es un profesional sin formación académica como psicólogo, pero formado en diferentes modelos, disciplinas y técnicas efectivas en el campo de la psicoterapia. Este caso se plantea en personas con otra formación de base más o menos próxima al ámbito sanitario, dándose en médicos, auxiliares sanitarios, enfermeras, o directamente en profesionales que nada tienen que ver con lo sanitario, como empresarios o economistas dedicados al mundo de la banca, que en un momento dado deciden dar un cambio a su vida y adquieren formaciones de postgrado de carácter privado como Yoga, Coaching, Programación neurolingüística (PNL), Inteligencia Emocional, etc. Si bien este es el caso que más peligro entraña a la hora de acudir a un profesional del campo para hacer psicoterapia, también hay que decir que es un caso que ha dado psicoterapeutas con una extraordinaria efectividad que han sido piezas clave en el proceso de curación de mucha gente. Por lo tanto, la clave para dar con un buen psicoterapeuta se halla principalmente en el grado en el que el profesional ha realizado efectivamente un trabajo psicoterapeutico en sí mismo, logrando su propia curación y equilibrio psíquico y no tanto en su grado de formación oficial. Pero el equilibrio personal no es suficiente para que un individuo pueda considerarse efectivo y serio en esta labor, sino que también es necesario cierto nivel de formación. Un peluquero puede dar muy buenos consejos y actuar de terapeuta, sabe escuchar, es empático, comprende los problemas y el sufrimiento de la gente, pero esto no es suficiente para ser un buen psicoterapeuta. Por lo tanto lo ideal es combinar la formación con el haberse sometido personal y profesionalmente a un proceso psicoterapeutico exitoso, lo que a un profesional le puede llevar unos diez años de dedicación sistemática. En último término, el grado de formación, siendo muy importante, pasa a ser algo secundario frente al grado de equilibrio personal de ese profesional, lo cual depende del éxito que haya tenido en comprenderse a sí mismo. La diferencia de un psicólogo especialista en psicoterapia y un psicoterapeuta sin formación como psicólogo, en cuanto a sus funciones, es que el psicólogo esta técnicamente preparado para emitir diagnósticos, hacer evaluaciones y tratar patologías, si bien los diagnósticos de este profesional no tienen validez oficial y administrativa, en el sistema de salud pública, si no está acreditado como psicólogo clínico, o sanitario, según la normativa referida anteriormente. Además, el psicólogo psicoterapauta interviene a un nivel más profundo de la identidad y el psiquismo del sujeto, mientras que el psicoterapeuta no titulado suele intervenir aplicando ciertas técnicas colaborando al logro de la cura terapéutica tras el trabajo evaluativo del psicólogo, generalmente. Si bien la mayoría de los psicólogos suelen actuar desde un modelo psicoterapéutico para tratar las afecciones de sus pacientes o sus clientes, se dan casos en los que, por ejemplo, un psicólogo clínico o sanitario simplemente diagnostica, y un psicoterapeuta, sea psicólogo o no, aplica la cura terapéutica.
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